Diego Tatián, Nelson Specchia
Baruch y yo
Babel Editorial

Páginas:
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9791091897167

Baruch y yo traduce a poema el deseo más profundo del lector apasionado: entablar un diálogo amical y sincero con el autor elegido. Spinoza en este caso; y por extensión -porque siempre se aprende con otros- con cada uno de nosotros, lectores insomnes también, que, motivados por nuestros recurrentes interrogantes vitales, acudimos alguna vez -o lo haremos- a la amable prosa del filósofo de la alegría. Poeta y politólogo, Nelson Specchia compone con maestría una conversa- ción a dos voces, cuya expresiva musicalidad se revela inmanente a una personalísima poética del pensamiento de singular belleza, por la cual discurren compartidas inquisiciones acerca de un dios -que es sol, agua, montaña, río y frágil aire-, la sabiduría, las pasiones, la libertad, la igual- dad, la democracia y la posibilidad cierta de una república fraterna. Del fructífero encuentro entre filosofía y poesía emerge una ciudad que atrae por estar fundada en un deseo limpio: la potencia emancipatoria de sus multitudes. El horizonte, un Cielito argentino de guardas independentistas que -como el de aquella Holanda- ofrece gentil abrigo a los libres del mundo, quienes en nada piensan menos que en la muerte. Pues si nada es peor que un bello cadalso, nada es mejor que un cielo entre hermanos. Porque existir es una fuerza, filosofar sobre la muerte resulta un pensar inerte. Obra, entonces -escribe el poeta en clave spinoziana- vive conservando el ser: medita en la vida. Y, en poesía, la vida vierte. Así, por fin juntos han de andar, el sentir, el hacer, el pensar y el crear. 

Baruch y yo

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Baruch y yo
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Baruch y yo traduce a poema el deseo más profundo del lector apasionado: entablar un diálogo amical y sincero con el autor elegido. Spinoza en este caso; y por extensión -porque siempre se aprende con otros- con cada uno de nosotros, lectores insomnes también, que, motivados por nuestros recurrentes interrogantes vitales, acudimos alguna vez -o lo haremos- a la amable prosa del filósofo de la alegría. Poeta y politólogo, Nelson Specchia compone con maestría una conversa- ción a dos voces, cuya expresiva musicalidad se revela inmanente a una personalísima poética del pensamiento de singular belleza, por la cual discurren compartidas inquisiciones acerca de un dios -que es sol, agua, montaña, río y frágil aire-, la sabiduría, las pasiones, la libertad, la igual- dad, la democracia y la posibilidad cierta de una república fraterna. Del fructífero encuentro entre filosofía y poesía emerge una ciudad que atrae por estar fundada en un deseo limpio: la potencia emancipatoria de sus multitudes. El horizonte, un Cielito argentino de guardas independentistas que -como el de aquella Holanda- ofrece gentil abrigo a los libres del mundo, quienes en nada piensan menos que en la muerte. Pues si nada es peor que un bello cadalso, nada es mejor que un cielo entre hermanos. Porque existir es una fuerza, filosofar sobre la muerte resulta un pensar inerte. Obra, entonces -escribe el poeta en clave spinoziana- vive conservando el ser: medita en la vida. Y, en poesía, la vida vierte. Así, por fin juntos han de andar, el sentir, el hacer, el pensar y el crear.