Franck Planeille, René Char, Albert Camus
Correspondencia 1946-1959
Alfabeto

Páginas: 328
Formato:
Peso: 0.441 kgs.
ISBN: 9788494994203

Pienso que nuestra fraternidad, que se manifiesta en todos los planos, va mucho más lejos de lo que los dos pensamos y aun de lo que sentimos. Cada vez más seremos un incordio para la frivolidad de los explotadores de nuestra época, para los selectos pregoneros de uno y otro bando. Tanto mejor. Este nuevo combate apenas comienza, y con él, nuestra razón de existir. Al menos de ello estoy convencido... Es lo que siento y presiento.» René Char a Albert Camus, 3 de noviembre de 1951¬ La fraternal amistad que unió a Albert Camus y René Char era conocida, pero gracias a esta correspondencia al n podemos aquilatar su auténtico valor y lo que sin duda reunió a estos dos creadores: el encuentro y el reconocimiento, en un tiempo de sinrazón y desmesura, de dos obras que coincidieron plenamente. Una manera luminosa, entre el Ventoux y el Luberon, de darle la razón a Julien Gracq cuando intuía que, con el paso del tiempo, «se acercarían, en la significación de sus obras, dos amigos cuyas siluetas han podido parecer distintas.

Correspondencia 1946-1959

$49.990,00
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Franck Planeille, René Char, Albert Camus
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ISBN: 9788494994203

Pienso que nuestra fraternidad, que se manifiesta en todos los planos, va mucho más lejos de lo que los dos pensamos y aun de lo que sentimos. Cada vez más seremos un incordio para la frivolidad de los explotadores de nuestra época, para los selectos pregoneros de uno y otro bando. Tanto mejor. Este nuevo combate apenas comienza, y con él, nuestra razón de existir. Al menos de ello estoy convencido... Es lo que siento y presiento.» René Char a Albert Camus, 3 de noviembre de 1951¬ La fraternal amistad que unió a Albert Camus y René Char era conocida, pero gracias a esta correspondencia al n podemos aquilatar su auténtico valor y lo que sin duda reunió a estos dos creadores: el encuentro y el reconocimiento, en un tiempo de sinrazón y desmesura, de dos obras que coincidieron plenamente. Una manera luminosa, entre el Ventoux y el Luberon, de darle la razón a Julien Gracq cuando intuía que, con el paso del tiempo, «se acercarían, en la significación de sus obras, dos amigos cuyas siluetas han podido parecer distintas.