Hélio Oiticica, Hernán Borisonik, Renato Rezende, Dani Umpi
El museo es el mundo
Miño y Davila

Páginas:
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9788418929489

Esta selección de textos de Hélio Oiticica es especialmente importante. Son escritos que constituyen un momento central para el neoconcretismo en general, así como, en particular, para comprender el pasaje de la bidimensionalidad a la expansión en el espacio, tanto en su obra como en su pensamiento. Nunca en Argentina (ni tampoco en Brasil) este conjunto había sido tan clara y específicamente agrupado en un volumen único alrededor de ese período. Muchas de sus partes se encontraban aún inéditas hasta hace poco tiempo y otras se habían divulgado individualmente o diluidas en distintas publicaciones. Pero además de implicar un momento de gran novedad en el desarrollo individual de este gran artista, lo son también en relación con la época y, en particular, con nuestro continente. Fue un momento de gran despliegue material, de un nuevo uso de los medios y los modos de crear y exponer arte, de enorme interacción entre intelectuales y artistas, de diálogos con las ideas del movimiento hippie y también del último estertor del Estado de bienestar antes de su brutal caída frente al neoliberalismo impuesto, en esta parte del planeta, con violencia, terror y gobiernos dictatoriales. Frente a eso, la definición del arte como un ejercicio experimental de la libertad, acuñada por Mário Pedrosa (el crítico de arte brasileño más relevante de la segunda mitad del siglo XX, muy cercano a la obra de Oiticica) cobra una relevancia mayúscula. La experimentación que Oiticica realizó paralelamente a la escritura de estos textos dejó una marca indeleble en las artes visuales. Y la relectura que, desde el siglo XXI, aquí se propone le aportará, sin duda, nuevas dimensiones y significados Hélio Oiticica (Río de Janeiro, 1937-1980) fue uno de los artistas visuales más importantes de Brasil y América Latina. Criado en el seno de una familia en la que la educación y la cultura eran fundamentales, comenzó a estudiar pintura en 1954 con Ivan Serpa. Muy pronto entró en contacto con exponentes importantes de la escena carioca, como la artista Lygia Clark, los críticos Ferreira Gullar y Mário Pedrosa y el Grupo Frente (con el que participó en una muestra en el Museu de Arte Moderna). Rápidamente comenzó a exponer en museos y galerías de Brasil, Argentina y Uruguay. En los diez años posteriores, fue ganando reconocimiento e incorporando elementos espaciales a su obra. En 1964 comenzó a frecuentar la Escola de Samba Estação Primeira de Mangueira y a adentrarse en la zona norte de Río de Janeiro. Al mismo tiempo, su trabajo comenzó a ser mostrado en Londres, Brighton, Edimburgo, París y en los Estados Unidos, donde (al ganar una beca de la Guggenheim) vivió por un tiempo en la ciudad de Nueva York. En 1978 retornó a Río de Janeiro y se instaló en el barrio de Leblon, donde creó sus últimas obras penetrables antes de su inesperada muerte. Su obra fue fundamental para las vanguardias de las décadas de 1950, 1960 y 1970 y su legado es aún de una enorme potencia.

El museo es el mundo

$17.700,00
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Esta selección de textos de Hélio Oiticica es especialmente importante. Son escritos que constituyen un momento central para el neoconcretismo en general, así como, en particular, para comprender el pasaje de la bidimensionalidad a la expansión en el espacio, tanto en su obra como en su pensamiento. Nunca en Argentina (ni tampoco en Brasil) este conjunto había sido tan clara y específicamente agrupado en un volumen único alrededor de ese período. Muchas de sus partes se encontraban aún inéditas hasta hace poco tiempo y otras se habían divulgado individualmente o diluidas en distintas publicaciones. Pero además de implicar un momento de gran novedad en el desarrollo individual de este gran artista, lo son también en relación con la época y, en particular, con nuestro continente. Fue un momento de gran despliegue material, de un nuevo uso de los medios y los modos de crear y exponer arte, de enorme interacción entre intelectuales y artistas, de diálogos con las ideas del movimiento hippie y también del último estertor del Estado de bienestar antes de su brutal caída frente al neoliberalismo impuesto, en esta parte del planeta, con violencia, terror y gobiernos dictatoriales. Frente a eso, la definición del arte como un ejercicio experimental de la libertad, acuñada por Mário Pedrosa (el crítico de arte brasileño más relevante de la segunda mitad del siglo XX, muy cercano a la obra de Oiticica) cobra una relevancia mayúscula. La experimentación que Oiticica realizó paralelamente a la escritura de estos textos dejó una marca indeleble en las artes visuales. Y la relectura que, desde el siglo XXI, aquí se propone le aportará, sin duda, nuevas dimensiones y significados Hélio Oiticica (Río de Janeiro, 1937-1980) fue uno de los artistas visuales más importantes de Brasil y América Latina. Criado en el seno de una familia en la que la educación y la cultura eran fundamentales, comenzó a estudiar pintura en 1954 con Ivan Serpa. Muy pronto entró en contacto con exponentes importantes de la escena carioca, como la artista Lygia Clark, los críticos Ferreira Gullar y Mário Pedrosa y el Grupo Frente (con el que participó en una muestra en el Museu de Arte Moderna). Rápidamente comenzó a exponer en museos y galerías de Brasil, Argentina y Uruguay. En los diez años posteriores, fue ganando reconocimiento e incorporando elementos espaciales a su obra. En 1964 comenzó a frecuentar la Escola de Samba Estação Primeira de Mangueira y a adentrarse en la zona norte de Río de Janeiro. Al mismo tiempo, su trabajo comenzó a ser mostrado en Londres, Brighton, Edimburgo, París y en los Estados Unidos, donde (al ganar una beca de la Guggenheim) vivió por un tiempo en la ciudad de Nueva York. En 1978 retornó a Río de Janeiro y se instaló en el barrio de Leblon, donde creó sus últimas obras penetrables antes de su inesperada muerte. Su obra fue fundamental para las vanguardias de las décadas de 1950, 1960 y 1970 y su legado es aún de una enorme potencia.