Nicolás Cerruti
Errancia a diario
La docta ignorancia

Páginas: 76
Formato: 13 x 19 cm.
Peso: 0.1 kgs.
ISBN: 9789874756015

El mundo está hecho de pequeñas resistencias. Caminar es una de ellas. No el caminar como medio para conducirnos hacia algún lado, tampoco como deporte; sino el arte del caminar que elogiaba H. D. Thoreau, aquel que implica NO TENER UN HOGAR EN PARTICULAR, PERO A LA VEZ HALLAR UN HOGAR EN TODOS LADOS. La caminata del peregrino que hace del trayecto su poética, la del paseante que se propone estallar lo cotidiano, la del errante orientado por la brújula de su deseo. Nicolás Cerruti se inscribe en este linaje de caminantes para continuar con la resistencia que implica el desvío hacia la naturaleza, la búsqueda de la belleza como intersticios posibles dentro de las grandes ciudades, el elogio del silencio y de la contemplación en un mundo poblado de ruido, imágenes que aturden y muchedumbres que agobian. Así como el viajante recupera el corazón de la experiencia del viaje, en coordenadas opuestas a las del turista automatizado, quien camina hace una apuesta vital que es a la vez ética, estética y política. Nicolás nos transmite su apuesta con una pluma sensible y nos contagia la alegría de las pequeñas rebeliones; esas que conforman el mundo, pero también lo dignifican. MARÍA MAGDALENA

Errancia a diario

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Nicolás Cerruti
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La docta ignorancia

Páginas: 76
Formato: 13 x 19 cm.
Peso: 0.1 kgs.
ISBN: 9789874756015

El mundo está hecho de pequeñas resistencias. Caminar es una de ellas. No el caminar como medio para conducirnos hacia algún lado, tampoco como deporte; sino el arte del caminar que elogiaba H. D. Thoreau, aquel que implica NO TENER UN HOGAR EN PARTICULAR, PERO A LA VEZ HALLAR UN HOGAR EN TODOS LADOS. La caminata del peregrino que hace del trayecto su poética, la del paseante que se propone estallar lo cotidiano, la del errante orientado por la brújula de su deseo. Nicolás Cerruti se inscribe en este linaje de caminantes para continuar con la resistencia que implica el desvío hacia la naturaleza, la búsqueda de la belleza como intersticios posibles dentro de las grandes ciudades, el elogio del silencio y de la contemplación en un mundo poblado de ruido, imágenes que aturden y muchedumbres que agobian. Así como el viajante recupera el corazón de la experiencia del viaje, en coordenadas opuestas a las del turista automatizado, quien camina hace una apuesta vital que es a la vez ética, estética y política. Nicolás nos transmite su apuesta con una pluma sensible y nos contagia la alegría de las pequeñas rebeliones; esas que conforman el mundo, pero también lo dignifican. MARÍA MAGDALENA