Luce Irigaray
Espéculo de la otra mujer
Akal Ediciones

Páginas:
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 97884-460-2408-8

La sexualidad femenina ha permanecido como el «continente negro» del psicoanálisis. Éste, en efecto, no podía sino ignorar a esa otra, mujer, que desborda el encuadre de su campo teórico, toda vez que la ciencia del «sujeto» que define no ha cuestionado su sumisión a imperativos lógicos masculinos. Así, pues, era preciso volver a atravesar los textos en los que esa lógica del uno, de lo mismo, se sistematiza como tal. Releer, e interpretar, a Platón, para localizar cómo en él se determinan las metáforas que en lo sucesivo vehicularán el sentido. Seguir el desarrollo de esa historia, de la teoría, y re-marcar dónde y cómo la otra ?mujer? se ve excluida de la producción del discurso, garantizando con su plasticidad silenciosa el suelo, el envite, y el límite. «Un espéculo ha sido introducido en el volumen para alterar su economía. El practicable que desbarata el montaje de la representación con arreglo a parámetros masculinos. No para un nuevo espectáculo. Así que, ¿no hay nada más que ver? A no ser para que, con un tacto de una fluidez difícilmente identificable y con un estilo inapropiable, «Dios» reabra caminos en un lenguaje que la connota como castrada, que le veda el habla, y un cierto sentido ?también de la historia? se vea sometido a una distorsión inaudita. La/una mujer nunca se encierra/oculta en un volumen». Luce Irigaray.

Espéculo de la otra mujer

$40.500,00
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La sexualidad femenina ha permanecido como el «continente negro» del psicoanálisis. Éste, en efecto, no podía sino ignorar a esa otra, mujer, que desborda el encuadre de su campo teórico, toda vez que la ciencia del «sujeto» que define no ha cuestionado su sumisión a imperativos lógicos masculinos. Así, pues, era preciso volver a atravesar los textos en los que esa lógica del uno, de lo mismo, se sistematiza como tal. Releer, e interpretar, a Platón, para localizar cómo en él se determinan las metáforas que en lo sucesivo vehicularán el sentido. Seguir el desarrollo de esa historia, de la teoría, y re-marcar dónde y cómo la otra ?mujer? se ve excluida de la producción del discurso, garantizando con su plasticidad silenciosa el suelo, el envite, y el límite. «Un espéculo ha sido introducido en el volumen para alterar su economía. El practicable que desbarata el montaje de la representación con arreglo a parámetros masculinos. No para un nuevo espectáculo. Así que, ¿no hay nada más que ver? A no ser para que, con un tacto de una fluidez difícilmente identificable y con un estilo inapropiable, «Dios» reabra caminos en un lenguaje que la connota como castrada, que le veda el habla, y un cierto sentido ?también de la historia? se vea sometido a una distorsión inaudita. La/una mujer nunca se encierra/oculta en un volumen». Luce Irigaray.