Sergio Cueto
Intimidades de las cosas
Nube Negra Ediciones

Páginas: 110
Formato:
Peso: 0.155 kgs.
ISBN: 9789874665157

Lo irreparable denuncia una falta, pero también una extraña forma de ausencia: la presencia. Es imposible reparar la inhospitalidad en que vivimos, por más que empleemos expresiones sabias de las cuales Cueto, con razón, desconfía: el mundo en torno, yo y mi circunstancia: el mundo ¿es nuestro? La cosa como cosa se nombra, pero no se define; se define el objeto, y por lo tanto, también el sujeto. Pero este texto de Cueto nada tiene que ver con la famosa y epistémica oposición sujeto/objeto. Por eso, la coseidad de la cosa que se aleja sin énfasis de Heidegger, aunque lo cite, no es accesible a la definición, aunque el nombrarla pueda sosegar, sosegarnos sin reparo, a nosotros, tan listos para recibir dramáticamente lo irreparable. Estamos en tema: llamamos a las cosas, pero las cosas es este el corazón de lo irreparable, ni son llamadas ni nos llaman: están ahí en su extraño ser, tan distante de la inercia como de la praxis. Puedo encontrar las cosas, puedo sentarme en una silla y junto a una mesa Cueto muestra una preferencia sorprendente por todas las evocaciones del estar sentado, aposentado, puesto en su lugar, como si temiera, al modo de Stevens, que todo quedara en suspenso ante el Teatro de un Tropo; pero si digo mi mesa o mi silla, nada, ni siquiera la evocación heideggeriana de los zapatos de Van Gogh, acortarán una distancia en definitiva infinita, irreparable, irremontable: el ahí, el da, el supuestamente mío, y el trivial lugar de la cosa como cosa es un agujero, sin duda insignificante, sin duda insuprimbile, sin duda oculto en su irónica evidencia.

Intimidades de las cosas

$22.900,00
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Intimidades de las cosas
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Lo irreparable denuncia una falta, pero también una extraña forma de ausencia: la presencia. Es imposible reparar la inhospitalidad en que vivimos, por más que empleemos expresiones sabias de las cuales Cueto, con razón, desconfía: el mundo en torno, yo y mi circunstancia: el mundo ¿es nuestro? La cosa como cosa se nombra, pero no se define; se define el objeto, y por lo tanto, también el sujeto. Pero este texto de Cueto nada tiene que ver con la famosa y epistémica oposición sujeto/objeto. Por eso, la coseidad de la cosa que se aleja sin énfasis de Heidegger, aunque lo cite, no es accesible a la definición, aunque el nombrarla pueda sosegar, sosegarnos sin reparo, a nosotros, tan listos para recibir dramáticamente lo irreparable. Estamos en tema: llamamos a las cosas, pero las cosas es este el corazón de lo irreparable, ni son llamadas ni nos llaman: están ahí en su extraño ser, tan distante de la inercia como de la praxis. Puedo encontrar las cosas, puedo sentarme en una silla y junto a una mesa Cueto muestra una preferencia sorprendente por todas las evocaciones del estar sentado, aposentado, puesto en su lugar, como si temiera, al modo de Stevens, que todo quedara en suspenso ante el Teatro de un Tropo; pero si digo mi mesa o mi silla, nada, ni siquiera la evocación heideggeriana de los zapatos de Van Gogh, acortarán una distancia en definitiva infinita, irreparable, irremontable: el ahí, el da, el supuestamente mío, y el trivial lugar de la cosa como cosa es un agujero, sin duda insignificante, sin duda insuprimbile, sin duda oculto en su irónica evidencia.