Henry James , DURAS
LA BESTIA EN LA JUNGLA
ARENA

Páginas:
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9788495897114

Como al acecho, agazapado entre los pliegues del tiempo —esa jungla que forman sus días—, John Marcher ha advertido desde muy joven que un destino singular, el presentimiento de un acontecimiento capaz de trastornar toda su existencia e incluso de destruirle, le aguarda. De ese modo sabe que algo extraño, inusitado, prodigioso y terrible vendrá de golpe a asaltarle. La invencible seguridad que tiene de que tal cosa sucederá contrasta con el perfecto desconocimiento en que vive John Marcher acerca de qué será exactamente eso que le depara el futuro. Ignorándolo todo acerca de ello, excepto su efecto devastador. Al acecho de la bestia responde él con su propio acecho, y así comienza una espera que se convierte en doblemente excepcional por el hecho de ser compartida por una mujer que decide mantenerse alerta junto a él, vigilante hasta el momento en que aquello impensado suceda. ¿Qué peligro singular, sin embargo, puede albergar aquello que, fronterizo con el amor y la muerte, por mucha inquietud que produzca, sería el destino más común al que cualquiera, por el hecho de vivir, estaría enfrentado? ¿Es que al cabo del tiempo no iba a sucederle nada en su vida a John Marcher? ¿Y aquella mujer que espera con él no sería nunca testigo de su combate contra la bestia? Henry James y Marguerite Duras, cada uno a su modo, narran esta espera y la inquietud que su desenlace provoca en sus personajes. Según la sabiduría narrativa de ambos, la espera de lo imprevisible se convierte en el relato de una vida que vela un secreto, en donde se ocultara inviolado el umbral de un «ahora» llamado a que en él dé comienzo la verdadera vida. No obstante, el inescrutable, el inviolable secreto no se disimulará en el relato. Finalmente, dolorosamente, quedará revelado ante nuestros ojos, mostrando todo lo que se puede esperar de él: hasta qué punto él —el secreto, acaso no el mismo para Henry James y para Marguerite Duras— pertenece al orden del secreto, sin por ello deberle nada a la verdad para haber llegado a ser tal secreto.

LA BESTIA EN LA JUNGLA

$30.784,00
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LA BESTIA EN LA JUNGLA
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Como al acecho, agazapado entre los pliegues del tiempo —esa jungla que forman sus días—, John Marcher ha advertido desde muy joven que un destino singular, el presentimiento de un acontecimiento capaz de trastornar toda su existencia e incluso de destruirle, le aguarda. De ese modo sabe que algo extraño, inusitado, prodigioso y terrible vendrá de golpe a asaltarle. La invencible seguridad que tiene de que tal cosa sucederá contrasta con el perfecto desconocimiento en que vive John Marcher acerca de qué será exactamente eso que le depara el futuro. Ignorándolo todo acerca de ello, excepto su efecto devastador. Al acecho de la bestia responde él con su propio acecho, y así comienza una espera que se convierte en doblemente excepcional por el hecho de ser compartida por una mujer que decide mantenerse alerta junto a él, vigilante hasta el momento en que aquello impensado suceda. ¿Qué peligro singular, sin embargo, puede albergar aquello que, fronterizo con el amor y la muerte, por mucha inquietud que produzca, sería el destino más común al que cualquiera, por el hecho de vivir, estaría enfrentado? ¿Es que al cabo del tiempo no iba a sucederle nada en su vida a John Marcher? ¿Y aquella mujer que espera con él no sería nunca testigo de su combate contra la bestia? Henry James y Marguerite Duras, cada uno a su modo, narran esta espera y la inquietud que su desenlace provoca en sus personajes. Según la sabiduría narrativa de ambos, la espera de lo imprevisible se convierte en el relato de una vida que vela un secreto, en donde se ocultara inviolado el umbral de un «ahora» llamado a que en él dé comienzo la verdadera vida. No obstante, el inescrutable, el inviolable secreto no se disimulará en el relato. Finalmente, dolorosamente, quedará revelado ante nuestros ojos, mostrando todo lo que se puede esperar de él: hasta qué punto él —el secreto, acaso no el mismo para Henry James y para Marguerite Duras— pertenece al orden del secreto, sin por ello deberle nada a la verdad para haber llegado a ser tal secreto.