María Florencia Rua
La coma
El Elefante Blanco

Páginas:
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789560912657

Una nena en estado vegetativo, dijo un tipo por ahí en el pasillo señalando mi cara. Las plantas son mis hermanas, nos abrazamos en sueños, crecemos hasta el techo de la 222, crece nuestro tallo, crece la corona, somos reinas, saludo al sol, saludo a la montaña, fotosíntesis voy a hacer en La coma, gracias a mi piel que absorbe la energía, sol madre que me das de comer, sol que te atrapo y me aprovecho de vos, me dejás usarte, tu fuego, tu luz, tu paciencia para permanecer ah(. Igual días y días que no veo el sol a tiempo, se va rápido en otoño, lo despido con indiferencia, mamá córtala con estar tan triste, tu hija será la planta de los frutos rojos, tu hija una enredadera a los costados, treparé, mami, por el jardín de las muertas, me regarás, seremos felices de nuevo. «Aunque en su origen signifique corte, la coma no es un signo ortográfico terminal; por el contrario, indica una pausa en una sucesión. Entre un sentido y otro -la interrupción y la continuidad-, María Florencia Rúa se pregunta por los accidentes que puntúan la vida y el aliento en este libro - luminoso, tristísimo, inusual- que se niega a habitar un solo género: prosa poética que le escapa al corte de verso como quien huye de la muerte; monólogo dramático interior con el oído atento a la prosodia del habla de la calle; y nouvelle fragmentaria, suspensiva, donde Azul -una nena que, en coma, sigue lúcida- se inventa con palabras un mundo sensorial en el que demorarse un rato más.» Ezequiel Zaidenwerg «Basuras de pensamientos. Basuras en la ruta. La coma es un suspenso ante la basura. Una pausa sin mudeces para encontrar los brillos y destellos ocultos en los desechos. Las palabras de Azul son soportadas por un cuerpo que quizás no es escuchado. Pero a pesar de esto, la niña sostiene su coma como a una espada, porque desde ahí puede declarar el amor por las amigas, la fascinación por las papas fritas y los odios por existir sin que nadie le haya preguntado si eso es lo que quería. La coma es un cuarto propio donde la identidad se define por lo que no se puede hacer mientras el ritmo del corazón brilla en una pantalla.» Laura Sbdar

La coma

$9.990,00
La coma $9.990,00
Compra protegida
Tus datos cuidados durante toda la compra.
Cambios y devoluciones
Si no te gusta, podés cambiarlo por otro o devolverlo.

María Florencia Rua
La coma
El Elefante Blanco

Páginas:
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789560912657

Una nena en estado vegetativo, dijo un tipo por ahí en el pasillo señalando mi cara. Las plantas son mis hermanas, nos abrazamos en sueños, crecemos hasta el techo de la 222, crece nuestro tallo, crece la corona, somos reinas, saludo al sol, saludo a la montaña, fotosíntesis voy a hacer en La coma, gracias a mi piel que absorbe la energía, sol madre que me das de comer, sol que te atrapo y me aprovecho de vos, me dejás usarte, tu fuego, tu luz, tu paciencia para permanecer ah(. Igual días y días que no veo el sol a tiempo, se va rápido en otoño, lo despido con indiferencia, mamá córtala con estar tan triste, tu hija será la planta de los frutos rojos, tu hija una enredadera a los costados, treparé, mami, por el jardín de las muertas, me regarás, seremos felices de nuevo. «Aunque en su origen signifique corte, la coma no es un signo ortográfico terminal; por el contrario, indica una pausa en una sucesión. Entre un sentido y otro -la interrupción y la continuidad-, María Florencia Rúa se pregunta por los accidentes que puntúan la vida y el aliento en este libro - luminoso, tristísimo, inusual- que se niega a habitar un solo género: prosa poética que le escapa al corte de verso como quien huye de la muerte; monólogo dramático interior con el oído atento a la prosodia del habla de la calle; y nouvelle fragmentaria, suspensiva, donde Azul -una nena que, en coma, sigue lúcida- se inventa con palabras un mundo sensorial en el que demorarse un rato más.» Ezequiel Zaidenwerg «Basuras de pensamientos. Basuras en la ruta. La coma es un suspenso ante la basura. Una pausa sin mudeces para encontrar los brillos y destellos ocultos en los desechos. Las palabras de Azul son soportadas por un cuerpo que quizás no es escuchado. Pero a pesar de esto, la niña sostiene su coma como a una espada, porque desde ahí puede declarar el amor por las amigas, la fascinación por las papas fritas y los odios por existir sin que nadie le haya preguntado si eso es lo que quería. La coma es un cuarto propio donde la identidad se define por lo que no se puede hacer mientras el ritmo del corazón brilla en una pantalla.» Laura Sbdar