Marisel Calvo
La que se hunde
Tren Instantáneo

Páginas:
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789874842473

Marisel es poeta, actriz, escorpina y rolinga, lo que equivale a decir que ama las profundidades. La que se hunde busca en el fondo del mar, sobre la arena o dentro de la casa las postales de un verano que, yéndose, se lleva consigo el calor, los turistas, las palabras y el amor. En abril, la playa, ese teatro abandonado, presencia-la llegada del viento: un tren rápido (o instantáneo) de esos que no paran, que viene a estamparse en la cara de quienes se quedan. En ese escenario, devastado por todo residuo de sudestada y desamor, nacen estos poemas, que naufragan los pensamientos, las emociones y hacen que el agua salada se filtre en el cuerpo de quien los lee. La primera vez que nos vimos, fuimos a una plaza y nos sentamos en un banco para confesarnos todos nuestros defectos. De frente, de noche, con la lengua suelta. Ella escribe así, a gesto vivo. Y conoce el mundo. Conocer el mundo es llevárselo a la boca, es decir, nombrarlo o chuparlo. Mi amiga hace ambas y en su vocabulario, saliva, baba y lágrima son el mismo fluido, ese que constituye los mares, los ríos, su caudal, su cauce. Hace pocas semanas, este hermoso libro tuvo la suerte de no ganar un Premio Nacional de Poesía. Contra toda corriente, aquí el pez vive por la boca e inaugura otra sed: la de quien lo ha dado todo y sabe que algo más está por venir. Aplausos, aplausos para la poesía. Rodrigo Suarez

La que se hunde

$5.500,00
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La que se hunde
Tren Instantáneo

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Marisel es poeta, actriz, escorpina y rolinga, lo que equivale a decir que ama las profundidades. La que se hunde busca en el fondo del mar, sobre la arena o dentro de la casa las postales de un verano que, yéndose, se lleva consigo el calor, los turistas, las palabras y el amor. En abril, la playa, ese teatro abandonado, presencia-la llegada del viento: un tren rápido (o instantáneo) de esos que no paran, que viene a estamparse en la cara de quienes se quedan. En ese escenario, devastado por todo residuo de sudestada y desamor, nacen estos poemas, que naufragan los pensamientos, las emociones y hacen que el agua salada se filtre en el cuerpo de quien los lee. La primera vez que nos vimos, fuimos a una plaza y nos sentamos en un banco para confesarnos todos nuestros defectos. De frente, de noche, con la lengua suelta. Ella escribe así, a gesto vivo. Y conoce el mundo. Conocer el mundo es llevárselo a la boca, es decir, nombrarlo o chuparlo. Mi amiga hace ambas y en su vocabulario, saliva, baba y lágrima son el mismo fluido, ese que constituye los mares, los ríos, su caudal, su cauce. Hace pocas semanas, este hermoso libro tuvo la suerte de no ganar un Premio Nacional de Poesía. Contra toda corriente, aquí el pez vive por la boca e inaugura otra sed: la de quien lo ha dado todo y sabe que algo más está por venir. Aplausos, aplausos para la poesía. Rodrigo Suarez