Nikos Kazantzakis
LIRIO Y SERPIENTE
Acantilado Editorial

Páginas: 80
Formato: 131 mm x 210 mm
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9788415689621

Nikos Kazantzakis inició su carrera literaria con la publicación—bajo el seudónimo de Karma Nirvami—de un desesperado conjuro de amor: Lirio y serpiente, publicado por primera vez en Atenas en 1906. Escrito a los veintidós años, fue inspirado por Kathleen Forde, una joven irlandesa de quien Kazantzakis se enamoró perdidamente mientras recibía de ella clases de inglés y le leía al oído poemas de Byron y de Keats. Con ella consumó su amor a los diecinueve años, cuando se fugaron juntos a las cumbres del monte Psiloritis (Ida), tumbados los dos—como los pastores de un idilio antiguo—sobre el suelo de tierra de la ermita de la Santa Cruz, bajo la mirada hierática y atónita de los iconos de Cristo y de la Virgen. Impetuosa, obsesiva, recalcitrante a veces, de juvenil premura y agitada parataxis, la obra le atormentó toda su vida. A sus setenta años fue entregando todos los ejemplares que le quedaban al fuego. Pero no dejó de contarla entre sus obras, incluyéndola en las anejas a su candidatura a la Academia de Atenas (1945) y al Premio Nobel de Literatura (1946).

LIRIO Y SERPIENTE

$23.500,00
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Acantilado Editorial

Páginas: 80
Formato: 131 mm x 210 mm
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Nikos Kazantzakis inició su carrera literaria con la publicación—bajo el seudónimo de Karma Nirvami—de un desesperado conjuro de amor: Lirio y serpiente, publicado por primera vez en Atenas en 1906. Escrito a los veintidós años, fue inspirado por Kathleen Forde, una joven irlandesa de quien Kazantzakis se enamoró perdidamente mientras recibía de ella clases de inglés y le leía al oído poemas de Byron y de Keats. Con ella consumó su amor a los diecinueve años, cuando se fugaron juntos a las cumbres del monte Psiloritis (Ida), tumbados los dos—como los pastores de un idilio antiguo—sobre el suelo de tierra de la ermita de la Santa Cruz, bajo la mirada hierática y atónita de los iconos de Cristo y de la Virgen. Impetuosa, obsesiva, recalcitrante a veces, de juvenil premura y agitada parataxis, la obra le atormentó toda su vida. A sus setenta años fue entregando todos los ejemplares que le quedaban al fuego. Pero no dejó de contarla entre sus obras, incluyéndola en las anejas a su candidatura a la Academia de Atenas (1945) y al Premio Nobel de Literatura (1946).