Mariela Laudecina
Los caprichos de Leonora
Caleta Olivia

Páginas: 56
Formato: 20 x 14 cm.
Peso: 0.09 kgs.
ISBN: 9789874455840

Hay una pintura de Leonora Carrington que se llama Libro de Cabecera que, en tonos de colores tenues, anuncia un misterio. El personaje femenino con manos delicadas sostiene un ejemplar de tapas rojas, tramas imaginarias de animales y vegetales adornan y rodean sus aposentos. Una frágil e ingrávida planta, guardiana de lo extraño, cuida todo lo que sucede y un monstruo agazapado aparece sigiloso desde la gran cama. La historia del arte cuenta con un maravilloso compendio donde mujeres y niñas lectoras son retratadas y la poesía, por su parte, con un catálogo donde el tema es la pintura. Este canon singular, inclusive secreto, dispone de una diversidad orgánica de cruces, de un tejido visual y lingüístico donde las referencias se tornan amorfas y salvajes, hablan ojos andróginos. El poemario Los caprichos de Leonora de Mariela Laudecina habita el territorio de esa estirpe preciosa, allí, donde el lenguaje se torna materia pictórica, carnalidad y vigilia oracular del mundo. La mirada se repliega en la palabra y la visión en la lengua para ofrecer, en esa circularidad de confines sombríos, una tregua a lo que muere. La escritora es la médium que traduce a símbolos legibles lo extrañado en la imagen, aquello que deviene mágico o de otras regiones. Hemos sido elegidos para la repetición / La muerte hace lo que puede escribe Laudecina y capta, así, el eclipse del deseo en Leonora, la pintura que al final, en el tiempo y el espacio, logra acariciar el origen. El destino forja una joya magnética en nosotros y hacia ahí nos dirigimos, sin demasiada resistencia. Carrington ya pintó, alguna vez, la silueta ensoñada de Laudecina lectora, en la noche del monstruo modeló la veladura imperceptible de ese movimiento enigmático y en el corazón resplandeciente de la pintura le dictó todos sus caprichos. Mariana Robles Hay una pintura de Leonora Carrington que se llama Libro de Cabecera que, en tonos de colores tenues, anuncia un misterio. El personaje femenino con manos delicadas sostiene un ejemplar de tapas rojas, tramas imaginarias de animales y vegetales adornan y rodean sus aposentos. Una frágil e ingrávida planta, guardiana de lo extraño, cuida todo lo que sucede y un monstruo agazapado aparece sigiloso desde la gran cama. La historia del arte cuenta con un maravilloso compendio donde mujeres y niñas lectoras son retratadas y la poesía, por su parte, con un catálogo donde el tema es la pintura. Este canon singular, inclusive secreto, dispone de una diversidad orgánica de cruces, de un tejido visual y lingüístico donde las referencias se tornan amorfas y salvajes, hablan ojos andróginos. El poemario Los caprichos de Leonora de Mariela Laudecina habita el territorio de esa estirpe preciosa, allí, donde el lenguaje se torna materia pictórica, carnalidad y vigilia oracular del mundo. La mirada se repliega en la palabra y la visión en la lengua para ofrecer, en esa circularidad de confines sombríos, una tregua a lo que muere. La escritora es la médium que traduce a símbolos legibles lo extrañado en la imagen, aquello que deviene mágico o de otras regiones. Hemos sido elegidos para la repetición / La muerte hace lo que puede escribe Laudecina y capta, así, el eclipse del deseo en Leonora, la pintura que al final, en el tiempo y el espacio, logra acariciar el origen. El destino forja una joya magnética en nosotros y hacia ahí nos dirigimos, sin demasiada resistencia. Carrington ya pintó, alguna vez, la silueta ensoñada de Laudecina lectora, en la noche del monstruo modeló la veladura imperceptible de ese movimiento enigmático y en el corazón resplandeciente de la pintura le dictó todos sus caprichos. Mariana Robles Mariela Laudecina (Mendoza, 1974) ha publicado Hacia la cavidad (poesía, 2006), Ciruelas (poesía, 2007), Tomo las decisiones con los pies (poesía, 2011), Perfume de jarilla (poesía, 2013), todos en Llantodemudo; El cielo es para los ángeles (novela, 2009) en Textos de Cartón (reeditada en 2014 por Borde Perdido); La culpa es del sueño (poesía, 2015) en Editorial Yaugurú; El bosque de las mujeres amadas (poesía, 2017) en Editorial Buena Vista. Luna en escorpio (poesía en coautoría con Luis García, 2018). Lo mejor es no tener padres (novela, 2018). Ambos por Borde Perdido. Leeme que me gusta (crónicas sexuales, 2019) en Chatmuyo Ediciones. Coordina talleres y clínicas de poesía. Es directora de la colección de poesía Mambo Nicanor de la Editorial Buena Vista.

Los caprichos de Leonora

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Mariela Laudecina
Los caprichos de Leonora
Caleta Olivia

Páginas: 56
Formato: 20 x 14 cm.
Peso: 0.09 kgs.
ISBN: 9789874455840

Hay una pintura de Leonora Carrington que se llama Libro de Cabecera que, en tonos de colores tenues, anuncia un misterio. El personaje femenino con manos delicadas sostiene un ejemplar de tapas rojas, tramas imaginarias de animales y vegetales adornan y rodean sus aposentos. Una frágil e ingrávida planta, guardiana de lo extraño, cuida todo lo que sucede y un monstruo agazapado aparece sigiloso desde la gran cama. La historia del arte cuenta con un maravilloso compendio donde mujeres y niñas lectoras son retratadas y la poesía, por su parte, con un catálogo donde el tema es la pintura. Este canon singular, inclusive secreto, dispone de una diversidad orgánica de cruces, de un tejido visual y lingüístico donde las referencias se tornan amorfas y salvajes, hablan ojos andróginos. El poemario Los caprichos de Leonora de Mariela Laudecina habita el territorio de esa estirpe preciosa, allí, donde el lenguaje se torna materia pictórica, carnalidad y vigilia oracular del mundo. La mirada se repliega en la palabra y la visión en la lengua para ofrecer, en esa circularidad de confines sombríos, una tregua a lo que muere. La escritora es la médium que traduce a símbolos legibles lo extrañado en la imagen, aquello que deviene mágico o de otras regiones. Hemos sido elegidos para la repetición / La muerte hace lo que puede escribe Laudecina y capta, así, el eclipse del deseo en Leonora, la pintura que al final, en el tiempo y el espacio, logra acariciar el origen. El destino forja una joya magnética en nosotros y hacia ahí nos dirigimos, sin demasiada resistencia. Carrington ya pintó, alguna vez, la silueta ensoñada de Laudecina lectora, en la noche del monstruo modeló la veladura imperceptible de ese movimiento enigmático y en el corazón resplandeciente de la pintura le dictó todos sus caprichos. Mariana Robles Hay una pintura de Leonora Carrington que se llama Libro de Cabecera que, en tonos de colores tenues, anuncia un misterio. El personaje femenino con manos delicadas sostiene un ejemplar de tapas rojas, tramas imaginarias de animales y vegetales adornan y rodean sus aposentos. Una frágil e ingrávida planta, guardiana de lo extraño, cuida todo lo que sucede y un monstruo agazapado aparece sigiloso desde la gran cama. La historia del arte cuenta con un maravilloso compendio donde mujeres y niñas lectoras son retratadas y la poesía, por su parte, con un catálogo donde el tema es la pintura. Este canon singular, inclusive secreto, dispone de una diversidad orgánica de cruces, de un tejido visual y lingüístico donde las referencias se tornan amorfas y salvajes, hablan ojos andróginos. El poemario Los caprichos de Leonora de Mariela Laudecina habita el territorio de esa estirpe preciosa, allí, donde el lenguaje se torna materia pictórica, carnalidad y vigilia oracular del mundo. La mirada se repliega en la palabra y la visión en la lengua para ofrecer, en esa circularidad de confines sombríos, una tregua a lo que muere. La escritora es la médium que traduce a símbolos legibles lo extrañado en la imagen, aquello que deviene mágico o de otras regiones. Hemos sido elegidos para la repetición / La muerte hace lo que puede escribe Laudecina y capta, así, el eclipse del deseo en Leonora, la pintura que al final, en el tiempo y el espacio, logra acariciar el origen. El destino forja una joya magnética en nosotros y hacia ahí nos dirigimos, sin demasiada resistencia. Carrington ya pintó, alguna vez, la silueta ensoñada de Laudecina lectora, en la noche del monstruo modeló la veladura imperceptible de ese movimiento enigmático y en el corazón resplandeciente de la pintura le dictó todos sus caprichos. Mariana Robles Mariela Laudecina (Mendoza, 1974) ha publicado Hacia la cavidad (poesía, 2006), Ciruelas (poesía, 2007), Tomo las decisiones con los pies (poesía, 2011), Perfume de jarilla (poesía, 2013), todos en Llantodemudo; El cielo es para los ángeles (novela, 2009) en Textos de Cartón (reeditada en 2014 por Borde Perdido); La culpa es del sueño (poesía, 2015) en Editorial Yaugurú; El bosque de las mujeres amadas (poesía, 2017) en Editorial Buena Vista. Luna en escorpio (poesía en coautoría con Luis García, 2018). Lo mejor es no tener padres (novela, 2018). Ambos por Borde Perdido. Leeme que me gusta (crónicas sexuales, 2019) en Chatmuyo Ediciones. Coordina talleres y clínicas de poesía. Es directora de la colección de poesía Mambo Nicanor de la Editorial Buena Vista.