Patricio Salinas A.
Los últimos días de Walter Benjamin
Saposcat

Páginas:
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789569866050

El sendero en los Pirineos entre Banyuls Sur Mer y Portbou es por momentos, irreconocible. Son huellas al borde de laderas escarpadas, difíciles de transitar, sobre todo en invierno. Los rastros de Benjamin se confunden con los que dejaron los miles de refugiados que huían desesperados de la guerra y de la muerte. Los huellas, como la memoria, es frágil. Benjamin sabía eso. Uno de los pasos fronterizos de montaña entre Francia y España se denomina Coll de Belitres. En catalán, belitre significa indeseable, ruin. La ironía de la historia consigna que los refugiados españoles pasaron por allí al final de la Guerra Civil, en 1939. Más tarde, en septiembre de 1940, Walter Benjamin atravesaría esa misma frontera, huyendo de la barbarie nazi. Desde mis primeros años en el exilio, quedé fascinado por los textos de Benjamin: la ciudad, el diálogo entre barbarie y civilización, sus trabajos sobre Kafka y su interés en lo microcósmico. Sus textos me entregaron imágenes dispersas y polifacéticas y, sin embargo, profundamente unidas unas a otras. Me llamó la atención su concepción de la historia, entendida como procesos abiertos y no cerrados. Benjamin afirma que no es suficiente conocer, sino que hay que activar el pasado. La noción de historia abierta permite a los artistas la posibilidad de actuar en el pasado. El tiempo es algo no finalizado y como secuela, activo en el presente. Benjamin quiere construir historia a partir de lo descartado, de fragmentos dispersos, de lapsus, de lo oscurecido, lo no dicho, lo no revelado. La concepción de la historia de Benjamin es considerablemente visual. Su Tesis sobre la filosofía de la historia, publicado parcialmente dos años después de la muerte de Benjamin, no es un texto acabado: es un proyecto. Son escritos realizados en diferentes momentos, entre fines de 1939 y principios de 1940, un conjunto de notas depositadas en su cuaderno o en papeles de muy distintos formatos, en los bordes de periódicos. Ahí está la letra menuda de un hombre que huye, perseguido. Mucho se ha fantaseado en un intento de dilucidar si acaso estas notas eran las que Benjamin llevaba en su maleta, durante su viaje por los Pirineos, antes de suicidarse. Nadie lo sabe con exactitud. (…)

Los últimos días de Walter Benjamin

$18.990,00
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El sendero en los Pirineos entre Banyuls Sur Mer y Portbou es por momentos, irreconocible. Son huellas al borde de laderas escarpadas, difíciles de transitar, sobre todo en invierno. Los rastros de Benjamin se confunden con los que dejaron los miles de refugiados que huían desesperados de la guerra y de la muerte. Los huellas, como la memoria, es frágil. Benjamin sabía eso. Uno de los pasos fronterizos de montaña entre Francia y España se denomina Coll de Belitres. En catalán, belitre significa indeseable, ruin. La ironía de la historia consigna que los refugiados españoles pasaron por allí al final de la Guerra Civil, en 1939. Más tarde, en septiembre de 1940, Walter Benjamin atravesaría esa misma frontera, huyendo de la barbarie nazi. Desde mis primeros años en el exilio, quedé fascinado por los textos de Benjamin: la ciudad, el diálogo entre barbarie y civilización, sus trabajos sobre Kafka y su interés en lo microcósmico. Sus textos me entregaron imágenes dispersas y polifacéticas y, sin embargo, profundamente unidas unas a otras. Me llamó la atención su concepción de la historia, entendida como procesos abiertos y no cerrados. Benjamin afirma que no es suficiente conocer, sino que hay que activar el pasado. La noción de historia abierta permite a los artistas la posibilidad de actuar en el pasado. El tiempo es algo no finalizado y como secuela, activo en el presente. Benjamin quiere construir historia a partir de lo descartado, de fragmentos dispersos, de lapsus, de lo oscurecido, lo no dicho, lo no revelado. La concepción de la historia de Benjamin es considerablemente visual. Su Tesis sobre la filosofía de la historia, publicado parcialmente dos años después de la muerte de Benjamin, no es un texto acabado: es un proyecto. Son escritos realizados en diferentes momentos, entre fines de 1939 y principios de 1940, un conjunto de notas depositadas en su cuaderno o en papeles de muy distintos formatos, en los bordes de periódicos. Ahí está la letra menuda de un hombre que huye, perseguido. Mucho se ha fantaseado en un intento de dilucidar si acaso estas notas eran las que Benjamin llevaba en su maleta, durante su viaje por los Pirineos, antes de suicidarse. Nadie lo sabe con exactitud. (…)