Jean Luc Nancy
LUGARES DIVINOS, SEGUIDOS DE CALCULO DEL POETA
ARENA

Páginas:
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9788495897909

Esto es divino, es decir, ni humano, ni viviente, ni presente en modo alguno, sino rigurosamente inconmensurable y absolutamente evidente. Esto es, esto podría ser lo que hoy diría siguiendo las huellas treintañeras de este libro. Sin progresar, tampoco sin regresar y, sin embargo, sin quedarse estancado. Lenta, imperceptiblemente las frases buscan indicios que preparen otras posibilidades, otros lugares divinos. El lugar por excelencia, el topos y el locus sigue siendo éste: «Roguemos a Dios que nos mantenga libres y a salvo de Dios». Es el ruego del Maestro Eckhart. Ruego de rezar a aquél de quien es importante que estemos liberados y desligados. Ruego por tanto de rezarle más allá de él mismo, de ir a rezarle allí donde, inconsistente, ya se ha perdido. Pero este lugar puede que no esté en otro sitio más que aquí mismo, en donde tú estás, en donde estamos, en donde todo esto nos sucede. Este lugar tal vez no sea otro que aquél en donde nos encontramos, aquél en donde, pese a todo, los humanos y los seres vivos, el mundo, su materia y su errancia, comparecen juntos y los unos ante los otros para nada más que para hacerse mutuamente señales cuyo sentido es el de indicar que eso mismo es divino: tenemos lugar y podemos decir con Pound: «aquí me tienes, mi adoración me ilumina».

LUGARES DIVINOS, SEGUIDOS DE CALCULO DEL POETA

$33.152,00
LUGARES DIVINOS, SEGUIDOS DE CALCULO DEL POETA $33.152,00
Compra protegida
Tus datos cuidados durante toda la compra.
Cambios y devoluciones
Si no te gusta, podés cambiarlo por otro o devolverlo.

Jean Luc Nancy
LUGARES DIVINOS, SEGUIDOS DE CALCULO DEL POETA
ARENA

Páginas:
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9788495897909

Esto es divino, es decir, ni humano, ni viviente, ni presente en modo alguno, sino rigurosamente inconmensurable y absolutamente evidente. Esto es, esto podría ser lo que hoy diría siguiendo las huellas treintañeras de este libro. Sin progresar, tampoco sin regresar y, sin embargo, sin quedarse estancado. Lenta, imperceptiblemente las frases buscan indicios que preparen otras posibilidades, otros lugares divinos. El lugar por excelencia, el topos y el locus sigue siendo éste: «Roguemos a Dios que nos mantenga libres y a salvo de Dios». Es el ruego del Maestro Eckhart. Ruego de rezar a aquél de quien es importante que estemos liberados y desligados. Ruego por tanto de rezarle más allá de él mismo, de ir a rezarle allí donde, inconsistente, ya se ha perdido. Pero este lugar puede que no esté en otro sitio más que aquí mismo, en donde tú estás, en donde estamos, en donde todo esto nos sucede. Este lugar tal vez no sea otro que aquél en donde nos encontramos, aquél en donde, pese a todo, los humanos y los seres vivos, el mundo, su materia y su errancia, comparecen juntos y los unos ante los otros para nada más que para hacerse mutuamente señales cuyo sentido es el de indicar que eso mismo es divino: tenemos lugar y podemos decir con Pound: «aquí me tienes, mi adoración me ilumina».