Ernesto Schoo
MI BUENOS AIRES QUERIDO
Pre - Textos

Páginas: 148
Formato: 145 mm x 230 mm
Peso: 251.0 kgs.
ISBN: 9788415297307

Frente al desafío de escribir sobre la compleja ciudad de hoy, y la imposibilidad de abarcar a Buenos Aires en su tupida trama urbana –en realidad, hay varias ciudades distintas dentro de ella, cada una con sus rasgos propios, inconfundibles con los del barrio vecino–, avizoré una sola elección posible: referirme a «mi» ciudad (de ahí el título que otorgué a este libro), el espacio acotado en que ha transcurrido mi ya larga vida. Habrá lector que me reproche no ocuparme del tango, del barrio de La Boca, de la vida nocturna o de la calle Corrientes. He preferido dejar esos lugares comunes donde les corresponde, en las páginas de cuanta guía turística existe sobre el tema. Con la única excepción del Teatro Colón, porque ocupa un sitio preferencial en mi vida. Al releerme, al final de esta excursión totalmente subjetiva por las calles, los lugares y los edificios que me son familiares, advierto los límites, acaso estrechos, de mis andanzas porteñas: el barrio Norte, la Recoleta, Palermo, algo del centro, algo de barrios prestigiosos, como Belgrano o Flores. No mucho más: hay zonas enteras de la ciudad que me son ajenas, y lo lamento. Pero quiero ser fiel a mis escenarios conocidos y no pretender una ciudadanía ecuménica, esa suerte de «porteñidad» total a la que imaginariamente aspiran algunos vates trasnochados.

MI BUENOS AIRES QUERIDO

$30.028,80
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Frente al desafío de escribir sobre la compleja ciudad de hoy, y la imposibilidad de abarcar a Buenos Aires en su tupida trama urbana –en realidad, hay varias ciudades distintas dentro de ella, cada una con sus rasgos propios, inconfundibles con los del barrio vecino–, avizoré una sola elección posible: referirme a «mi» ciudad (de ahí el título que otorgué a este libro), el espacio acotado en que ha transcurrido mi ya larga vida. Habrá lector que me reproche no ocuparme del tango, del barrio de La Boca, de la vida nocturna o de la calle Corrientes. He preferido dejar esos lugares comunes donde les corresponde, en las páginas de cuanta guía turística existe sobre el tema. Con la única excepción del Teatro Colón, porque ocupa un sitio preferencial en mi vida. Al releerme, al final de esta excursión totalmente subjetiva por las calles, los lugares y los edificios que me son familiares, advierto los límites, acaso estrechos, de mis andanzas porteñas: el barrio Norte, la Recoleta, Palermo, algo del centro, algo de barrios prestigiosos, como Belgrano o Flores. No mucho más: hay zonas enteras de la ciudad que me son ajenas, y lo lamento. Pero quiero ser fiel a mis escenarios conocidos y no pretender una ciudadanía ecuménica, esa suerte de «porteñidad» total a la que imaginariamente aspiran algunos vates trasnochados.