Manuel Cantón
Obsolescencia programada
La Pollera Ediciones

Páginas: 296
Formato:
Peso: 0.403 kgs.
ISBN: 9789566267751

1887. Buenos Aires. Antes de popularizarse la electricidad, un hombre ofrece macabros espectáculos dándole chispazos a cuerpos fallecidos que los devuelven a la vida. Los cadáveres -generalmente delincuentes fusilados- son alquilados al sepulturero de Chacarita. Hasta que un día aparece la huérfana de uno de estos muertos y el hombre deberá llevar su acto a otro nivel para poder salir con ella de la miseria. A través de estos relatos cronológicos, el escritor argentino Manuel Cantón viaja desde el siglo XIX hasta el presente, removiendo los restos de una modernidad que no sólo desechó sus tecnologías, sino que dejó caducar las formas de entender y contar el mundo. Pasaron el primer cine y la radio, las cartas y los archivos secretos, las máquinas imposibles y la televisión masiva. Así pasaron también el gótico, el simbolismo, el futurismo, la ciencia ficción, la escritura de archivos y la hipermediatización de la vida privada. Obsolescencia programada recoge estos restos y los reanima sin tener que electrocutar.

Obsolescencia programada

$22.900,00
Obsolescencia programada $22.900,00
Compra protegida
Tus datos cuidados durante toda la compra.
Cambios y devoluciones
Si no te gusta, podés cambiarlo por otro o devolverlo.

Manuel Cantón
Obsolescencia programada
La Pollera Ediciones

Páginas: 296
Formato:
Peso: 0.403 kgs.
ISBN: 9789566267751

1887. Buenos Aires. Antes de popularizarse la electricidad, un hombre ofrece macabros espectáculos dándole chispazos a cuerpos fallecidos que los devuelven a la vida. Los cadáveres -generalmente delincuentes fusilados- son alquilados al sepulturero de Chacarita. Hasta que un día aparece la huérfana de uno de estos muertos y el hombre deberá llevar su acto a otro nivel para poder salir con ella de la miseria. A través de estos relatos cronológicos, el escritor argentino Manuel Cantón viaja desde el siglo XIX hasta el presente, removiendo los restos de una modernidad que no sólo desechó sus tecnologías, sino que dejó caducar las formas de entender y contar el mundo. Pasaron el primer cine y la radio, las cartas y los archivos secretos, las máquinas imposibles y la televisión masiva. Así pasaron también el gótico, el simbolismo, el futurismo, la ciencia ficción, la escritura de archivos y la hipermediatización de la vida privada. Obsolescencia programada recoge estos restos y los reanima sin tener que electrocutar.