CHLOE DELAUME
UNA MUJER CON NADIE ADENTRO
ARENA

Páginas:
Formato:
Peso: 0.2 kgs.
ISBN: 9788415757238

El Apocalipsis no es un acontecimiento visible, porque golpea individualmente. De ese modo, la narradora se pliega a la orden del Ángel anunciador: Escribe lo que has visto, lo que es, y lo que debe ocurrir después. Ella se aplica al relato de cierto Final de los Tiempos, el de los valores patriarcales y normalizados, encarnados por la pareja heterosexual. Modificar lo real es la única solución, pero el uso de la ficción se complica cuando éste engendra el suicidío en el seno de sus propios lectores. Más allá de su ejercicio de deconstrucción, este libro es una novela de amor. Chloé, Igor, la Llave, una mujer, un hombre, una mujer, algunas posibilidades. Intentar formas de vida alternativas siempre es hacer frente a una nueva puesta en tela de juicio de la identidad. Al lector le toca escoger, y tal vez inventar, lo que debe ocurrir después. A la heroína, lo mismo. El azar no existe, así que mejor organizarse. Nacida Nathalie Dalain en París (1973), de madre francesa y padre libanés. Pasa su infancia en Beirut. De regreso a Francia, en 1983, se desarrolla el episodio que cambia su vida y marca toda su obra: delante de ella su padre mata a su madre y después se suicida. Va entonces a vivir primero con sus abuelos y después con sus tíos. Queriendo ser profesora como su madre, se matricula en la facultad de Letras de Nanterre, pero, decepcionada por el sistema universitario, la abandona una vez obtenida la diplomatura para trabajar en bares de alterne y escribir. Colabora con su propio nombre en Le Matricule des anges y con el nombre de Chloé Delaume en EvidenZ, revista fundada por Mehdi Belhaj Kacem (su marido hasta 2002). De este modo Chloé Delaume se convierte en novelista, performer, música y letrista en ocasiones. Su nombre adoptado procede de la protagonista de la novela de Boris Vian, La espuma de los días (Chloé), y de la traducción que hizo Artaud de Alicia, L’arve et l’aume (Delaume). En 2000 aparece su primera novela, Les Mouflettes d'Atropos, seguida de El grito del reloj de arena (premio Diciembre en 2001) y de La Vanité des somnambules (2003) en las que ejerce la autoficción, género al que permanece más o menos fiel y que afronta teóricamente en su obra publicada en 2010, La règle du je. EL RIESGO DE SER CHLOÉ DELAUME: La rutina del libro nos entrega un nombre y una función cuando miramos su portada. Chloé Delaume encabeza este libro figurando como su autora. Escribe autoficción. Para alguno ella es la más talentosa de los escritores que actualmente lo hacen. Sin embargo, estrictamente, Chloé Delaume es un personaje creado. Precisamente por la autoficción. ¿Quién habita este yo ficticio? Chloé Delaume no es sencillamente el seudónimo que habría adoptado una tal Nathalie Dalain para firmar sus libros y convertirse en escritora y contar hechos o acontecimientos reales de una vida también real vivida por ella misma. Aventurándose mediante el lenguaje en la ficción de eso realmente vivido, pero presentado como ficción, es como Chloé Delaume nace y desplaza a Nathalie Dalain, hasta el punto de que esos hechos que constituyen una vida, de ahora en adelante y por obra y gracia de la autoficción, sólo pueden serle atribuidos a la así llamada Chloé Delaume. Chloé Delaume: se llega a serlo. Un personaje de ficción, creado para ser autor de su creación, para ser Yo en lugar del Yo borrado de su creadora, para sustituirlo tanto a él como a su borradura. Pero no un Yo más real que el Yo real, sino su resto ficticio, es decir, nadie: el único y verdadero resto del trabajo de la ficción sobre el material que su propia vida le entrega al autor. «Libro y vida se entremezclan» para que Chloé Delaume sea realmente la ficción que es. Una mujer con nadie adentro es el relato del Apocalipsis de una mujer que desde su primera línea se enfrenta a la pregunta: «¿Usted es Chloé Delaume?» La respuesta afirmativa le permitirá saber que una lectora de sus libros, a quien ya conoce porque le ha manifestado tanto su admiración como su deseo imperioso e irrenunciable de «ser Chloé Delaume», se acaba de suicidar, tal vez justamente para cumplir definitivamente ese anhelo de ser. Quien vive el acontecimiento individual de este Apocalipsis, Chloé Delaume, es, singularmente, una mujer. Enfrentada con extrema lucidez a su condición: conoce —en primera persona— tanto el matrimonio como la prostitución, también el amor, incluso el que sobrepasa los límites normalizados de la pareja; siente muy agudamente que reproducirse es una desgracia y —nulípara— se promete solemnemente no engendrar hijos. Una mujer que, por el rechazo de la reproducción, no quiere ser modelo de ninguna otra. Menos aún de aquella otra que quiere hacer algo aparentemente factible: ser Chloé Delaume, un personaje de ficción. Con su libro en la mano ante Chloé Delaume, la ficción la convierte en el ángel que anuncia un Apocalipsis individual. Sabemos que el Séptimo Ángel también viene con un libro en una mano, que se lo traga y que, amargando su estómago, lo devuelve como un vómito a quien le es anunciado el Fin de los Tiempos. Así también ante Chloé Delaume, que recibe la orden de escribir «lo que has visto, lo que es y lo que debe ocurrir después», para lo que ella tiene que reafirmar la trinidad que la compone: autora-narradora-heroína formando una única persona dentro de la mujer de ficción, es decir, el nadie que ella es. Una mujer con nadie adentro es la aventura de esa escritura de Apocalipsis encaminada a explorar nuevamente los caminos de la autoficción, aunque, esta vez, en lugar de ficción, se propone crear una subjetividad alternativa a la realidad programada: «autofixión».

UNA MUJER CON NADIE ADENTRO

$33.152,00
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El Apocalipsis no es un acontecimiento visible, porque golpea individualmente. De ese modo, la narradora se pliega a la orden del Ángel anunciador: Escribe lo que has visto, lo que es, y lo que debe ocurrir después. Ella se aplica al relato de cierto Final de los Tiempos, el de los valores patriarcales y normalizados, encarnados por la pareja heterosexual. Modificar lo real es la única solución, pero el uso de la ficción se complica cuando éste engendra el suicidío en el seno de sus propios lectores. Más allá de su ejercicio de deconstrucción, este libro es una novela de amor. Chloé, Igor, la Llave, una mujer, un hombre, una mujer, algunas posibilidades. Intentar formas de vida alternativas siempre es hacer frente a una nueva puesta en tela de juicio de la identidad. Al lector le toca escoger, y tal vez inventar, lo que debe ocurrir después. A la heroína, lo mismo. El azar no existe, así que mejor organizarse. Nacida Nathalie Dalain en París (1973), de madre francesa y padre libanés. Pasa su infancia en Beirut. De regreso a Francia, en 1983, se desarrolla el episodio que cambia su vida y marca toda su obra: delante de ella su padre mata a su madre y después se suicida. Va entonces a vivir primero con sus abuelos y después con sus tíos. Queriendo ser profesora como su madre, se matricula en la facultad de Letras de Nanterre, pero, decepcionada por el sistema universitario, la abandona una vez obtenida la diplomatura para trabajar en bares de alterne y escribir. Colabora con su propio nombre en Le Matricule des anges y con el nombre de Chloé Delaume en EvidenZ, revista fundada por Mehdi Belhaj Kacem (su marido hasta 2002). De este modo Chloé Delaume se convierte en novelista, performer, música y letrista en ocasiones. Su nombre adoptado procede de la protagonista de la novela de Boris Vian, La espuma de los días (Chloé), y de la traducción que hizo Artaud de Alicia, L’arve et l’aume (Delaume). En 2000 aparece su primera novela, Les Mouflettes d'Atropos, seguida de El grito del reloj de arena (premio Diciembre en 2001) y de La Vanité des somnambules (2003) en las que ejerce la autoficción, género al que permanece más o menos fiel y que afronta teóricamente en su obra publicada en 2010, La règle du je. EL RIESGO DE SER CHLOÉ DELAUME: La rutina del libro nos entrega un nombre y una función cuando miramos su portada. Chloé Delaume encabeza este libro figurando como su autora. Escribe autoficción. Para alguno ella es la más talentosa de los escritores que actualmente lo hacen. Sin embargo, estrictamente, Chloé Delaume es un personaje creado. Precisamente por la autoficción. ¿Quién habita este yo ficticio? Chloé Delaume no es sencillamente el seudónimo que habría adoptado una tal Nathalie Dalain para firmar sus libros y convertirse en escritora y contar hechos o acontecimientos reales de una vida también real vivida por ella misma. Aventurándose mediante el lenguaje en la ficción de eso realmente vivido, pero presentado como ficción, es como Chloé Delaume nace y desplaza a Nathalie Dalain, hasta el punto de que esos hechos que constituyen una vida, de ahora en adelante y por obra y gracia de la autoficción, sólo pueden serle atribuidos a la así llamada Chloé Delaume. Chloé Delaume: se llega a serlo. Un personaje de ficción, creado para ser autor de su creación, para ser Yo en lugar del Yo borrado de su creadora, para sustituirlo tanto a él como a su borradura. Pero no un Yo más real que el Yo real, sino su resto ficticio, es decir, nadie: el único y verdadero resto del trabajo de la ficción sobre el material que su propia vida le entrega al autor. «Libro y vida se entremezclan» para que Chloé Delaume sea realmente la ficción que es. Una mujer con nadie adentro es el relato del Apocalipsis de una mujer que desde su primera línea se enfrenta a la pregunta: «¿Usted es Chloé Delaume?» La respuesta afirmativa le permitirá saber que una lectora de sus libros, a quien ya conoce porque le ha manifestado tanto su admiración como su deseo imperioso e irrenunciable de «ser Chloé Delaume», se acaba de suicidar, tal vez justamente para cumplir definitivamente ese anhelo de ser. Quien vive el acontecimiento individual de este Apocalipsis, Chloé Delaume, es, singularmente, una mujer. Enfrentada con extrema lucidez a su condición: conoce —en primera persona— tanto el matrimonio como la prostitución, también el amor, incluso el que sobrepasa los límites normalizados de la pareja; siente muy agudamente que reproducirse es una desgracia y —nulípara— se promete solemnemente no engendrar hijos. Una mujer que, por el rechazo de la reproducción, no quiere ser modelo de ninguna otra. Menos aún de aquella otra que quiere hacer algo aparentemente factible: ser Chloé Delaume, un personaje de ficción. Con su libro en la mano ante Chloé Delaume, la ficción la convierte en el ángel que anuncia un Apocalipsis individual. Sabemos que el Séptimo Ángel también viene con un libro en una mano, que se lo traga y que, amargando su estómago, lo devuelve como un vómito a quien le es anunciado el Fin de los Tiempos. Así también ante Chloé Delaume, que recibe la orden de escribir «lo que has visto, lo que es y lo que debe ocurrir después», para lo que ella tiene que reafirmar la trinidad que la compone: autora-narradora-heroína formando una única persona dentro de la mujer de ficción, es decir, el nadie que ella es. Una mujer con nadie adentro es la aventura de esa escritura de Apocalipsis encaminada a explorar nuevamente los caminos de la autoficción, aunque, esta vez, en lugar de ficción, se propone crear una subjetividad alternativa a la realidad programada: «autofixión».