Marcela Solá
Viaje alrededor de mi jardín
Ediciones Periodistas Viajeros

Páginas: 148
Formato: 14 x 22 cm.
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789878690810

El jardin por el que Tullio Crementi pasea su cuerpo contradice el proverbio persa porque ha surgido de las tinieblas en lugar de la luz. Sin embargo es el territorio y la casa al que el escritor llega, empujado por un pasado hostil y peligroso. Sabe que no hay refugio posible en su mundo pero el jardín que va construyendo, ayudado por su vecino, un jardinero japonés, es el lugar elegido para confrontarse con el peligro innominado que lo acompaña desde hace tiempo. Hay una cabaña, al fondo del extenso parque, que limita con un río, -como si se pudiera demarcar la muerte tan fácilmente-adónde debería ir, sin saber que le aguarda alli. Mientras camina por su jardín, se pregunta si alguna vez atravesará la distancia que lo separa de ella, si se animará a ir hacia lo que parece estar esperándolo. Ha decidido escribir solamente tres páginas por día, para escapar al mamotreto -como él lo denomina, que estuvo escribiendo durante tantos años, sin haber logrado desprenderse de la trama originada por su historia con Chloé, de la que no desea hablar. No aguanto el mamotreto pero no me animo a destruirlo y me aguarda en un cajón de mi escritorio con su silencio atroz que cubre lo indecible. Tullio visita asiduamente su jardín donde espera tal vez ser perdonado, pero sus apetitos vuelven con la contundencia de una ley, porque su círculo de seguridad se ha visto transgredido por Chisato/Berenice, la extraña chica de doble nombre, que visita de tanto en tanto a su tío, y que insiste en acercársele, como una polilla incesantemente atraída hacia la luz, o el fuego. Y si bien un refugio jamás será un paraíso, opina Tullio, negar la escritura, esa trama de la que no se habla, es solamente un momento, es la parte invisible de la que está hecha su vida, hasta que vuelvan a presentarse Chloé/Berenice/Chisato. Ellas reaparecerán invariablemente como lo hacen las estaciones en el jardín. Esta novela es de una incandescencia y delicadeza extraordinarias y de una liviandad cada vez más sutil. Llena de misterio, va ajustándose a medida que se la lee, hasta que finalmente, lo innominado se hace cuerpo. Es una historia que nos recuerda a nosotros mismos, yendo y viniendo por alguno de los diversos jardines de este mundo y nos permite reunirnos con el ansia con el que Tullio aguarda, finalmente, una revelación. Marcela Sola va por un texto complejísimo en su ensueño, sosteniendo luces y sombras con una precisión nítida y equilibrada.

Viaje alrededor de mi jardín

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El jardin por el que Tullio Crementi pasea su cuerpo contradice el proverbio persa porque ha surgido de las tinieblas en lugar de la luz. Sin embargo es el territorio y la casa al que el escritor llega, empujado por un pasado hostil y peligroso. Sabe que no hay refugio posible en su mundo pero el jardín que va construyendo, ayudado por su vecino, un jardinero japonés, es el lugar elegido para confrontarse con el peligro innominado que lo acompaña desde hace tiempo. Hay una cabaña, al fondo del extenso parque, que limita con un río, -como si se pudiera demarcar la muerte tan fácilmente-adónde debería ir, sin saber que le aguarda alli. Mientras camina por su jardín, se pregunta si alguna vez atravesará la distancia que lo separa de ella, si se animará a ir hacia lo que parece estar esperándolo. Ha decidido escribir solamente tres páginas por día, para escapar al mamotreto -como él lo denomina, que estuvo escribiendo durante tantos años, sin haber logrado desprenderse de la trama originada por su historia con Chloé, de la que no desea hablar. No aguanto el mamotreto pero no me animo a destruirlo y me aguarda en un cajón de mi escritorio con su silencio atroz que cubre lo indecible. Tullio visita asiduamente su jardín donde espera tal vez ser perdonado, pero sus apetitos vuelven con la contundencia de una ley, porque su círculo de seguridad se ha visto transgredido por Chisato/Berenice, la extraña chica de doble nombre, que visita de tanto en tanto a su tío, y que insiste en acercársele, como una polilla incesantemente atraída hacia la luz, o el fuego. Y si bien un refugio jamás será un paraíso, opina Tullio, negar la escritura, esa trama de la que no se habla, es solamente un momento, es la parte invisible de la que está hecha su vida, hasta que vuelvan a presentarse Chloé/Berenice/Chisato. Ellas reaparecerán invariablemente como lo hacen las estaciones en el jardín. Esta novela es de una incandescencia y delicadeza extraordinarias y de una liviandad cada vez más sutil. Llena de misterio, va ajustándose a medida que se la lee, hasta que finalmente, lo innominado se hace cuerpo. Es una historia que nos recuerda a nosotros mismos, yendo y viniendo por alguno de los diversos jardines de este mundo y nos permite reunirnos con el ansia con el que Tullio aguarda, finalmente, una revelación. Marcela Sola va por un texto complejísimo en su ensueño, sosteniendo luces y sombras con una precisión nítida y equilibrada.