Arturo Carrera
Ancho'io Sono Pittore!.
Editorial Mansalva

Páginas:
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789873728969

“El título de este libro recoge una frase de una anécdota atribuída erróneamente al Vasari: ante su maestro Rafael, Antonio el Correggio niño, que visitaba con su padre el estudio de Rafael y fascinado ante un cuadro de este último exclama: Anch´io sono pittore! (¡Yo también soy pintor!). No es el caso de Rafael el mío, apenas una obtusa ironía, ya que es todo un grado de inocencia imaginarse pintor en la explosiva admiración de otros pintores cercanos. Intento elucidar en disímiles notas, mi afecto acaso ignorante hacia la pintura, durante la infancia y después entre mis amigos artistas. Quizá la muerte prematura de mi madre, pintora naïve, sus pinturas y utensilios que dejó para mi curiosidad de infans –es decir para el que no sabía hablar aún–, dio como resultado este afecto continuo o continuidad afectuosa y mi acercamiento de vigilámbulo hacia la obra de quienes quizás resumen mi “encantamiento”: Schvartz, Marcaccio, Stupía, Prior, Siquier, Aguirrezabala, Cambre, Kuitca. Extraña sencillez de toda metonimia o cuestión que puede ser el eslogan o referente de este pequeño libro: ¿Quién pone de relieve tan cerca nuestro, la regularidad oculta de ciertos afectos tan vivos que parecen desordenados?”

Ancho'io Sono Pittore!.

$18.800,00
Ancho'io Sono Pittore!. $18.800,00
Compra protegida
Tus datos cuidados durante toda la compra.
Cambios y devoluciones
Si no te gusta, podés cambiarlo por otro o devolverlo.

Arturo Carrera
Ancho'io Sono Pittore!.
Editorial Mansalva

Páginas:
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789873728969

“El título de este libro recoge una frase de una anécdota atribuída erróneamente al Vasari: ante su maestro Rafael, Antonio el Correggio niño, que visitaba con su padre el estudio de Rafael y fascinado ante un cuadro de este último exclama: Anch´io sono pittore! (¡Yo también soy pintor!). No es el caso de Rafael el mío, apenas una obtusa ironía, ya que es todo un grado de inocencia imaginarse pintor en la explosiva admiración de otros pintores cercanos. Intento elucidar en disímiles notas, mi afecto acaso ignorante hacia la pintura, durante la infancia y después entre mis amigos artistas. Quizá la muerte prematura de mi madre, pintora naïve, sus pinturas y utensilios que dejó para mi curiosidad de infans –es decir para el que no sabía hablar aún–, dio como resultado este afecto continuo o continuidad afectuosa y mi acercamiento de vigilámbulo hacia la obra de quienes quizás resumen mi “encantamiento”: Schvartz, Marcaccio, Stupía, Prior, Siquier, Aguirrezabala, Cambre, Kuitca. Extraña sencillez de toda metonimia o cuestión que puede ser el eslogan o referente de este pequeño libro: ¿Quién pone de relieve tan cerca nuestro, la regularidad oculta de ciertos afectos tan vivos que parecen desordenados?”