Georges Didi-Huberman
El hombre que andaba en el color
Abada Editores

Páginas: 115
Formato: 12 x 16,5 cm.
Peso: 0.12 kgs.
ISBN: 9788416160174

El artista es un inventor de lugares. Da forma, da carne a espacios improbables, imposibles o impensables: aporías, fábulas. El tipo de lugares que inventa James Turrell pasa en primer lugar por un trabajo con la luz: material incandescente o nocturno, evanescente o macizo. Turrell es un escultor que da cuerpo y consistencia a esas cosas (mal) llamadas inmateriales, como el color, el espaciamiento, el límite, el cielo, el horizonte, la noche, la inmensidad del desierto. Sus Chambres a vo/r construyen lugares donde ver un lugar, es decir, donde el acto de ver se convierte en una experiencia de la chora, ese lugar «matricial», esa fábula inventada por Platón en el Timeo. Algo así como lo que los psicoanalistas llaman «sueños blancos». Las piezas de J. Turrell -de suspensiones, de cielos y de volcanes- se presentan aquí como una fábula de recorridos sin fin. De tal manera que mirar una obra de arte equivaldría a andar por un desierto.

El hombre que andaba en el color

$34.900,00
El hombre que andaba en el color $34.900,00
Compra protegida
Tus datos cuidados durante toda la compra.
Cambios y devoluciones
Si no te gusta, podés cambiarlo por otro o devolverlo.

Georges Didi-Huberman
El hombre que andaba en el color
Abada Editores

Páginas: 115
Formato: 12 x 16,5 cm.
Peso: 0.12 kgs.
ISBN: 9788416160174

El artista es un inventor de lugares. Da forma, da carne a espacios improbables, imposibles o impensables: aporías, fábulas. El tipo de lugares que inventa James Turrell pasa en primer lugar por un trabajo con la luz: material incandescente o nocturno, evanescente o macizo. Turrell es un escultor que da cuerpo y consistencia a esas cosas (mal) llamadas inmateriales, como el color, el espaciamiento, el límite, el cielo, el horizonte, la noche, la inmensidad del desierto. Sus Chambres a vo/r construyen lugares donde ver un lugar, es decir, donde el acto de ver se convierte en una experiencia de la chora, ese lugar «matricial», esa fábula inventada por Platón en el Timeo. Algo así como lo que los psicoanalistas llaman «sueños blancos». Las piezas de J. Turrell -de suspensiones, de cielos y de volcanes- se presentan aquí como una fábula de recorridos sin fin. De tal manera que mirar una obra de arte equivaldría a andar por un desierto.