Gerardo Arenas
La mujer de Dios
Santiago Arcos editor

Páginas:
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789873960178

...Schreber, con el torso desnudo ante el espejo de la cómoda, ata en su cabello unas cintas de colores que las chicas usaban en esa época, se pone un largo collar de perlas y mira cómo le queda; sus gestos no son afeminados, es un tipo peludo y bien plantado; un plano secuencia lo muestra primero de frente; atrás, los rayos de sol dan sobre la pared; la cámara avanza y lo rodea mientras él hace lo que te conté; a medida que la cámara gira, el espejo va entrando en cuadro y al final ves al tipo de espaldas pero reflejado de frente y ¡oh, sorpresa! su cuerpo está surcado por nervios púrpura y en el pecho tiene dos tetitas incipientes; los rayos del sol, vistos a través del espejo, se tuercen como líneas de campo magnético y mueren en su nuca; unos puntos de luz intensa navegan por esos rayos como cuentas por un ábaco hasta llegar a él; son almas cuyos aullidos femeninos Schreber y nosotros oímos; el tipo tiene en la cabeza una pajarera de voces que chillan como si cayeran desde lo alto y tuvieran un orgasmo antes de morir aplastadas; con sus cintas, su collar, sus nervios púrpura, sus tetitas, los rayos que lo penetran y las voces que oye, Schreber entra en trance hasta que un goce erótico lo desborda, y lanza un bramido que invade todo, tan fuerte que te preguntás cómo puede un sonido así salir de una garganta humana...

La mujer de Dios

$1.100,00
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La mujer de Dios
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...Schreber, con el torso desnudo ante el espejo de la cómoda, ata en su cabello unas cintas de colores que las chicas usaban en esa época, se pone un largo collar de perlas y mira cómo le queda; sus gestos no son afeminados, es un tipo peludo y bien plantado; un plano secuencia lo muestra primero de frente; atrás, los rayos de sol dan sobre la pared; la cámara avanza y lo rodea mientras él hace lo que te conté; a medida que la cámara gira, el espejo va entrando en cuadro y al final ves al tipo de espaldas pero reflejado de frente y ¡oh, sorpresa! su cuerpo está surcado por nervios púrpura y en el pecho tiene dos tetitas incipientes; los rayos del sol, vistos a través del espejo, se tuercen como líneas de campo magnético y mueren en su nuca; unos puntos de luz intensa navegan por esos rayos como cuentas por un ábaco hasta llegar a él; son almas cuyos aullidos femeninos Schreber y nosotros oímos; el tipo tiene en la cabeza una pajarera de voces que chillan como si cayeran desde lo alto y tuvieran un orgasmo antes de morir aplastadas; con sus cintas, su collar, sus nervios púrpura, sus tetitas, los rayos que lo penetran y las voces que oye, Schreber entra en trance hasta que un goce erótico lo desborda, y lanza un bramido que invade todo, tan fuerte que te preguntás cómo puede un sonido así salir de una garganta humana...