Víctor Vargas Figueira
Mi sangre Yagán
La Flor Azul

Páginas: 120
Formato: 19 x 14 cm.
Peso: 0.16 kgs.
ISBN: 9789874773159

Víctor Vargas Filgueira nos trae la historia de su bisabuelo Asenewensis y de la comunidad yagán Paiakoala. La escuchó de su madre Catalina y luego la investigó durante años. Asenewensis fue uno de los últimos líderes y Yekamush, chamán, que vivió tal y como lo hicieron sus ancestros durante miles de años. Nómades y canoeros, recorrían el Onashaga, o Canal de Beagle, buscando alimentos y abrigo. Hacia principios del 1900, en una época de grandes cambios, el hombre blanco ya estaba asentándose en las tierras en las que ellos vivían. Las familias yaganes eran cada vez menos y les resultaba imposible mantener sus costumbres, escondidos después de ser víctimas de incontables abusos. Es un momento crucial en la historia de la comunidad. Hay muchos testimonios dados por los colonizadores. Este es uno de los primeros de un yagán. “Un pueblo que se atreve a escribir su propia historia y que no está dispuesto a permitir, nunca más, que otros relaten su pasado. Les invito a sumergirse en “Mi sangre Yagán”, sin temor a subirse a la canoa del viejo Asenewensis para acompañarle, junto a su familia, en un viaje prodigioso por los canales, sintiendo el viento helado, mecidos por el suave oleaje de un mar extrañamente calmo. Merece la pena.”

Mi sangre Yagán

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Víctor Vargas Figueira
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La Flor Azul

Páginas: 120
Formato: 19 x 14 cm.
Peso: 0.16 kgs.
ISBN: 9789874773159

Víctor Vargas Filgueira nos trae la historia de su bisabuelo Asenewensis y de la comunidad yagán Paiakoala. La escuchó de su madre Catalina y luego la investigó durante años. Asenewensis fue uno de los últimos líderes y Yekamush, chamán, que vivió tal y como lo hicieron sus ancestros durante miles de años. Nómades y canoeros, recorrían el Onashaga, o Canal de Beagle, buscando alimentos y abrigo. Hacia principios del 1900, en una época de grandes cambios, el hombre blanco ya estaba asentándose en las tierras en las que ellos vivían. Las familias yaganes eran cada vez menos y les resultaba imposible mantener sus costumbres, escondidos después de ser víctimas de incontables abusos. Es un momento crucial en la historia de la comunidad. Hay muchos testimonios dados por los colonizadores. Este es uno de los primeros de un yagán. “Un pueblo que se atreve a escribir su propia historia y que no está dispuesto a permitir, nunca más, que otros relaten su pasado. Les invito a sumergirse en “Mi sangre Yagán”, sin temor a subirse a la canoa del viejo Asenewensis para acompañarle, junto a su familia, en un viaje prodigioso por los canales, sintiendo el viento helado, mecidos por el suave oleaje de un mar extrañamente calmo. Merece la pena.”